Una multitud de ciudadanos esperan ya pacientemente su turno para despedirse de la reina, ubicados, según la ruta oficial, en las inmediaciones del Parlamento, cruzando el puente de Lambeth y por la orilla sur del Támesis, donde se espera que la fila llegue a alcanzar ocho kilómetros, más allá de la Torre de Londres.
Se calcula que unas 750 mil personas llegadas de todo el país, además de turistas, tratarán de acceder a la capilla, que estará abierta hasta el lunes a las 6:30 h local, cuando el féretro será trasladado a la vecina abadía de Westminster para celebrar un funeral de Estado.
El Ministerio de Cultura ha alertado de que quienes quieran dar su último adiós a la soberana deberán soportar colas “muy largas” que implicarán una espera de pie de “muchas horas”, con “muy pocas oportunidades de sentarse”, y que requerirá “posiblemente pasar la noche”.
La reina yacerá en un catafalco cubierto con el estandarte real en el edificio más antiguo del complejo del Parlamento, velada por guardias y miembros de la familia real.
Los visitantes pasarán controles de seguridad como los de los aeropuertos y las restricciones limitan a un solo bolso pequeño las pertenencias que se permiten en el interior.
Las estrictas reglas impiden guardar sitio a otras personas o hacer cola en nombre de otros, ya que se repartirán unas pulseras amarillas en la fila que deberá llevar todo aquel que desee entrar en la capilla ardiente.
Ropa adecuada para el variable tiempo de Londres, comida y bebida, móviles bien cargados y medicación básica son algunas de las cosas que el Gobierno recomienda llevar para esta peregrinación, si bien en el trayecto hallarán urinarios portátiles y algunos restaurantes alargarán su horario para alimentar a las masas.
Con información de EFE