· Reflexiona Hipólito Reyes Larios sobre problemas y retos actuales, desde la óptica de la fe
Redacción El Estatal
Xalapa, Ver., 25 de noviembre de 2018.- El reino de Jesucristo es el reino de la verdad y de la vida, de la santidad y de la gracia, de la justicia, del amor y de la paz, afirmó el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, al presidir la misa de mediodía en la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo.
En la Catedral Metropolitana de Xalapa, contrastó: al reino de Cristo se opone el reino de Satanás, el de la mentira, de la muerte, la impiedad, el pecado, la injusticia, el odio, el rencor y el egoísmo. “Esto nos lleva ir en contra de los mandamientos: no honrar a Dios, no respetar a nuestros padres, no respetar la vida de los demás, los asesinatos, torturas, secuestros, asaltos, extorsiones, destrozo de cadáveres… lo que hemos tenido por tantos años y que es un signo del reino de Satanás”.
En cuanto a la justicia, dijo que “el reino de Satanás es el reino de la injusticia, de la impunidad, de aprovecharse de los demás o de manejar la justicia a modo para quien tenga más dinero o aporte más. La justicia no se aplica como es, como algo equilibrado”.
Dijo también que el reino de la paz es lo más anhelado por el hombre. “La paz es como la síntesis de todos los bienes” y lo contrario es vivir en “un ambiente de guerra, de no entendimiento, de inseguridad, miedo e imposición, de injusticias, donde el más poderoso se aprovecha del más débil, donde unos cuantos son los ricos y todos los demás van viviendo apenas con lo necesario o a veces ni eso”.
Por eso preguntó a la asamblea: “¿Cuál es el ambiente que estamos viviendo? ¿Un ambiente de verdad, donde se respetan las cosas? ¿O un ambiente de mentira, de engaño y simulaciones, de promesas que no se cumplen? Si estamos en ese campo, estamos más del lado del reino de Satanás. Si estamos del lado de la sinceridad, del apoyo, de la honradez, estamos del lado de Cristo”.
Por esto, invitó a los creyentes a vivir en el reino del amor, haciendo de lado cualquier odio o rencor. “Siempre tenemos que estar atentos en la presencia de Dios a través de la oración y la absoluta confianza en Él. Dios sabe que todos nosotros somos débiles y pecadores, que podemos caer en ese tipo de cosas, pero si confiamos en Él, podemos vivir bien, no tanto por nuestras propias fuerzas, sino por el poder de Dios”.