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sábado, abril 20, 2024

Escuela y fe ¿una asignatura imposible?

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Por Luis Manuel González García

Desde hace 100 años la laicidad de la educación pública está más allá de toda discusión. Al menos en el discurso jurídico y en la formulación de políticas educativas. Las razones de la antireligiosidad en la educación pública son variadas y todas válidas.

Lo cierto es que somos un país donde el 95% de la población dice tener alguna religión (según datos de INEGI) y las escuelas confesionales desde el preescolar hasta la universidad funcionan pasándose el precepto de la laicidad por la pila del agua bendita, desde siempre. Hoy, además de las escuelas católicas, está creciendo el número de las que son propiedad de otras asociaciones religiosas principalmente cristianas.

La pregunta de este artículo no es si debería haber clases de religión en las escuelas públicas o particulares de educación obligatoria, más bien es si necesitamos considerar que la fe es un elemento fundamental en la vida de muchos alumnos y debiera ser una de las consideraciones básicas del quehacer docente, si queremos influir en forma positiva en la vida de más individuos.

No, no debe haber clases de religión en la escuela, ni ritos católicos disfrazados de tradiciones inveteradas, ni ceremonias religiosas dentro de los planteles u organizados por maestros o directivos, ni persecución por razones religiosas, no.

La fe es más que la religión, está última es apenas la forma institucionalizada de la primera, millones de personas dicen tener algún tipo de fe aunque no asistan a ninguna religión o servicio religioso.

La escuela debe promover la construcción de aprendizajes (gestionarlos dicen ahora) incluyendo entre los aspectos básicos de la personalidad y de los entornos familiares, la fe que los alumnos digan o crean tener.

La fe mueve a las personas como pocos otros aspectos de su vida. En muchos casos da sentido y rumbo a sus decisiones, delimita su actividad, los amalgama a un grupo humano y les da sentido de pertenencia ¿cómo podría un maestro ayudar a aprender a un alumno para quien la explicación misma de la vida proviene de la fe, si omite ese aspecto fundamental en su práctica docente?¿de qué manera podría un docente alcanzar a un alumno si cada acción en el aula niega la validez de la fe que da sentido y dirección a la vida?

Sin entender la fe de los alumnos el trabajo docente será estéril, difícil, castrante y destructivo. Será un ejercicio infructífero.

Es necesario evitar una confusión, la de creer que entonces en la escuela se debe enseñar el creacionismo y no la evolución, o descartar procedimientos médicos como las transfusiones de sangre o las vacunas, si eso creen los alumnos basados en sus creencias religiosas.

No obstante afirmo que, si el creacionismo dogmático, la inviabilidad de las vacunas o las transfusiones de sangre, el conflicto entre los honores a la bandera y la adoración a la divinidad o la consagración del baile como una actividad estrictamente religiosa, es un conocimiento o creencia fundamental del alumnos, entonces deben ser considerados como conocimientos previos válidos, respetables y construir nuevos aprendizajes a partir de esa base y evitar por todos los medios la tentación de descartarlos como descabellados o absurdos.

La fórmula donde todos pierden implica descartar o descalificar las creencias del alumno. La escuela pierde la oportunidad de formar al individuo en forma integral, el alumno pierde confianza en la escuela o establece una paradoja artificial donde debe elegir entre sus creencias o la educación y el maestro pierde la oportunidad maravillosa de construir aprendizajes para toda la vida.

Si el alumno es seguidor del creacionismo una ruta de aprendizaje útil sería preguntarle la razón de sus creencias, los argumentos detrás de esa idea. Acto seguido indicarle que como parte de su educación deberá conocer otras ideas (la evolución por ejemplo) analizar sus fundamentos y razones, no para abandonar sus creencias, únicamente para conocer otros puntos de vista. En este caso la evaluación también debería evitar dogmatismos científicos, por ejemplo preguntar: cómo dice la evolución que surgió la diversidad biológica en el planeta, es mejor que: señala cuál es la fuente de la diversidad biológica en el planeta. En la segunda pregunta va implícita una afirmación categórica.

Si después de aprender de la evolución decide seguir creyendo en el creacionismo será una decisión personal, informada y consciente, la escuela y el maestro habrán hecho su trabajo.

Si no quieren participar en bailables folklóricos porque creen que solo se debe bailar para Dios; dele la oportunidad de bailar lo que sabe, en una sesión privada si lo prefiere, y haga una monografía complementaria, al final si lo que importa es bailar no importa que música o estilo sea.

Literalmente la fe mueve montañas emocionales, cognitivas, existenciales. El propio Howard Gardner en su teoría de las inteligencias múltiples, alcanzó a bosquejar una inteligencia existencialista relacionada con la fe, la espiritualidad, la escatología.

Aprender a aceptar y usar en forma inteligente la fe de los alumnos, nos llevará a construir un aula más incluyente, a formar alumnos más felices que debiera ser el motivo central de toda educación.

La educación no tiene quien le escriba y también hay que escribirle de aceptar la fe como parte de la naturaleza humana.

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