«Estamos muy satisfechos porque se están vacunando muchas personas que difícilmente habrían podido hacerlo», explica la médica y profesora universitaria Paola Scarcella, uno de los rostros fijos en el hospital San Gallicano, que alberga ahora este centro de vacunación.
Scarcella aprovecha sus vacaciones en la universidad para ayudar los dos días de apertura del centro, martes y jueves, de dos a ocho de la tarde.
«Somos todos voluntarios, médicos, enfermeros, otros sanitarios, personal administrativo… Es la característica de todas las iniciativas y servicios de la Comunidad: todo es gratuito y todo se hace voluntariamente», resalta, con un orgullo que ni la mascarilla oculta.
La iniciativa surgió del comisario del gobierno italiano para la emergencia del coronavirus, el general Francesco Figliuolo, quien propuso a la asociación católica la apertura del centro,conocedor del «compromiso que la comunidad tiene desde siempre con las personas más frágiles», para que las vacunas llegaran a todo el mundo, relata Scarcella.
No es ningún secreto que la burocracia italiana es lenta y complicada y mucho más para extranjeros y personas vulnerables.
Para poder reservar cita para vacunarse en Italia es necesaria la tarjeta sanitaria y el «Codice Fiscale» (‘Código Fiscal’), un documento de identificación alfanumérico. Por motivos diversos, incluidos los derivados de la propia complejidad burocrática, no todos los extranjeros tienen esta documentación en regla, aunque vivan e incluso trabajen en Italia.
«Este centro es una respuesta. Es un modo de superar todas estas dificultades. Ha habido una atención para aquellas personas que no consiguen reservar por los canales clásicos», argumenta Scarcella.
Aparte de la falta de documentos, otro problema es la brecha digital, ya que la reserva se realiza telemáticamente.
Acceder a la cita «no es fácil -asegura la doctora-. Para una persona que no tiene un ordenador ni a nadie que la ayude, la reserva no es inmediata».
De hecho, antes de la apertura del centro del Trastévere, los voluntarios de la Comunidad de San Egidio ayudaban a personas vulnerables, en especial a ancianos, a reservar la vacuna a través del sistema regional.
«Los números están subiendo: empezamos el 6 de julio con 100 citas a la semana; hoy tenemos 398. Crecen exponencialmente», indica Scarcella.
Los primeros vacunados eran conocidos de la comunidad, personas sin hogar y que acuden al centro de acogida de la asociación, o alumnos de la escuela de lengua y cultura italianas.
Glenda Katya Alvarado, peruana de la región de Lambayeque, llegó a Roma a finales de 2018 y enseguida recurrió a las clases de italiano de San Egidio: «Era importante aprender el idioma para poder desenvolverme e integrarme en la sociedad», apunta.
Ahora, además de trabajar como cuidadora, es una de las voluntarias que, con infinita paciencia y mimo, ayudan a quienes acuden a vacunarse al San Gallicano a preparar toda la documentación necesaria.
Ella pudo recibir en la comunidad la pauta completa del fármaco antes de la apertura del centro por su vinculación con la asociación. «Por eso continúo apoyando toda esta gran labor que vienen realizando para salvar la vida de las personas con esta vacuna que es tan importante», explicó.
Aunque el centro tiene su propio sistema de reserva, telefónica, y lo gestionan los voluntarios, las dosis proceden del reparto de la región del Lacio y los datos de las personas vacunadas se inscriben en el registro regional.
El funcionamiento es el habitual en estos centros, si bien la parte del tiraje es delicada, pues se debe elegir la vacuna adecuada para personas que en muchos casos carecen de historial médico en Italia.
De momento, de los más de 7,65 millones de dosis administradas en el Lacio, casi 4 mil las han inyectado los voluntarios de San Egidio a unas 3 mil personas.
La nacionalidad más frecuente es la peruana, seguida de la italiana, y acude mucha gente de Bangladesh, de China, del norte de África y, aunque sean los menos, también europeos a los que no les sirve la tarjeta sanitaria comunitaria.
«Representan un poco las que son las nacionalidades presentes en Italia», observa Scarcella.
Para la mayoría de ellos, este es su primer contacto con el sistema de salud italiano, por lo que, además de recibir la vacuna, dan un paso más en su integración en Italia.
Con información de Milenio