Para muchos encender la luz, ver la televisión y encender la computadora es algo común. Pero para los habitantes del fraccionamiento Valle de los Sauces, en Atlacomulco, Estado de México, lograr tener energía eléctrica de forma regular es un anhelo por el que ya llevan años luchando, y ahora con más premura porque los niños necesitan tomar videoclases en medio de la contingencia.

Estamos realmente en el ombligo de la oscuridad“, dice María Cruz, habitante de una de las manzanas del fraccionamiento de unas 1800 viviendas de interés social, que según relata por las noches se convierte en un “pueblo fantasma” e inseguro, al estar aislado en un camino lejano al centro de Atlacomulco, y además sin luz.

Esta zona habitacional fue construida hace 8 años por la empresa Geo Edificaciones. Prometió realizar todo un desarrollo habitacional, sin embargo, quebró en 2015 y el fraccionamiento quedó incompleto, sin la instalación eléctrica adecuada de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Fueron colocados generadores eléctricos que funcionan con diésel, como una medida temporal, y que solo les da luz cierto tiempo durante el día. A las 22:30, todo el fraccionamiento está a oscuras.

“Se quedó a medias la construcción, que se tenía planeada, iban a construir como 7 mil viviendas, y nada más hay 1,800”, relata uno de los habitantes.

Ante la quiebra, la empresa Solida Banorte Administradora de Portafolios entró a un concurso mercantil y quedó a cargo del fraccionamiento. Se hicieron los trámites de electrificación con la CFE, según relatan los vecinos, pero por trabas burocráticas y desinterés de las autoridades municipales y estatales, no avanzaron.

La situación se mantuvo así, hasta que en marzo pasado, según denuncian los vecinos, justo cuando comenzó la emergencia sanitaria por COVID, Solida Administradora de Portafolios dejó de hacerse cargo de pagar el diésel para los generadores, por el alto costo de este servicio.

Los vecinos tuvieron que pagar el diésel por su cuenta,pero conforme avanzó la epidemia, comenzaron a bajar los salarios e incluso hubo despidos por la cuarentena. Llegó la crisis. Entonces desembolsar 800 pesos al mes por el diésel, que además solo les permitía tener luz en su casa unas cuantas horas al día, de 8 a 11 de la mañana y de 8 de la noche a las 10:30, se convirtió en una carga más pesada.

“Es mucho dinero para el poquito tiempo que tenemos de luz”, menciona uno de los vecinos.

El problema se hizo más evidente cuando la SEP informó que, debido a la epidemia, las clases a partir de agosto serían a distancia con materiales transmitidos en televisión e internet.

El señor Ricardo, habitante del fraccionamiento, tiene tres hijos menores de 12 años. Otra vecina consultada, María Cruz, tiene dos niñas, de 12 y 10 años. En ambos casos, sus hijos no han podido tomar las clases como planea la SEP. Tratan de leer con ellos o dejarles otras actividades, pero saben que así no están cumpliendo con su curso.

Su situación incluso se agravó más porque ellos, al igual que otros vecinos, decidieron ya no pagar el diésel, acusando que los jefes de manzana que se hicieron cargo de hacer ese servicio se volvieron muy agresivos demandando o incluso amenazando con los cobros. Les quitaron el generador. Así que ahora ni tienen luz en ningún momento del día.

“Lo que es manzana 3, 4 y 10 no hay nada de luz. No hay generador, se lo llevaron. Llevamos así apróximadamente 20 días”, relata Ricardo, detallando que esto afecta a unas 150 o 180 personas, que tienen que ir a pedirle un poquito de luz a vecinos de otras manzanas, para cargar un rato el celular o preparar la comida.

Ante este escenario de penumbra y también de problemas de falta de agua, los vecinos consideraron que era necesario levantar más la voz. Así que hace tres días padres de familia y algunos de sus hijos acudieron a Palacio Nacional, para exigir que las autoridades resuelvan su problema de instalación eléctrica, que se ha extendido durante meses.

“Hemos tocado las puertas del municipio y del estado, y hasta la fecha no hemos recibido una respuesta satisfactoria”, dijo en la protesta Félix Ortega, poblador del fraccionamiento, en entrevista con MilenioTV.

“Los niños, jóvenes y adultos no pueden tomar clasestoda vez que se diseñaron programas virtuales, pero al considerarse una zona urbana, no tenemos el apoyo de los cuadernillos que se hacen llegar a las zonas rurales, y esto complica el trabajo”, agregó.

Su reclamo tuvo eco mediático. Los vecinos fueron convocados entonces a una reunión con autoridades municipales, estatales e incluso federales. Dicho encuentro ocurrió el 26 de agosto, y en él la empresa Solida se comprometió a costear una verificación de la infraestructura del fraccionamiento, para que la CFE  pueda hacer la instalación. El proceso de verificación será de tres días. Si se cumplen todos los requisitos y los trámites avanzan como se debe, los vecinos por fin verán luz, con la instalación eléctrica.

Los vecinos consultados para esta nota se dicen esperanzados de que ahora sí se cumplan sus exigencias, aunque también tienen temor de los jefes de manzana que hacían los cobros por el diésel, que se han vuelto agresivos y que se oponen a que se tenga ahora la instalación de la CFE.

“Todos los jefes de manzana, que les confiábamos nuestro dinero para suministrar el diésel, están coludidos, tienen reuniones a altas horas de la noche”, dice una vecina. En el fraccionamiento, relata, hay elementos de seguridad privada, que pagan los propios vecinos, sin embargo se han puesto del lado de los jefes de manzana.

En una reunión sobre los problemas del fraccionamiento, acusa, uno de esos elementos incluso agredió a vecinos, por lo que acudieron a presentar una denuncia.

Otros vecinos, según relata Ricardo, se hartaron de la oscuridad y prefirieron emigrar de Valle de los Sauces, aunque quizá vuelvan pronto, cuando se haga la luz.

Animal Político buscó a la Comisión Federal de Electricidad para conocer su postura sobre este caso. Hasta la redacción de esta nota, no hubo respuesta.

Con información de Animal Político