El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció ayer que su gobierno seguirá sorteando los bienes incautados a la corrupción o al crimen organizado y que para finales de 2021 se podría realizar el primero de varios sorteos para rifar los lotes del fallido centro turístico de Playa Espíritu, en Escuinapa, Sinaloa, iniciado en el sexenio de Felipe Calderón.

Playa Espíritu 2 | Foto: Especial© Proporcionado por Milenio Playa Espíritu 2 | Foto: EspecialCon el dinero que se recaude del sorteo de los terrenos que fueron un fraude y una darse que ahora nadie quiere comprar en Playa Espíritu,se construirá la presa Santa María, en la misma entidad.

El presidente recordó que esos terrenos fueron adquiridos “de manera fraudulenta” por Fonatur por 100 millones de dólares, pero que su ubicación no es la adecuada, pues se encuentran muy alejados del aeropuerto de Mazatlán.

“Lo que estamos pensando es fraccionarlo, hacer lotes en el terreno y rifarlo, aún cuando no podría ser en un solo sorteo porque tendríamos que sacarle lo que costó; tendrían que ser como tres o cuatro sorteos”, explicó López Obrador.

“Están por entregarnos el avalúo que se mandó a hacer”, explicó.

El proyecto de Playa Espíritu lo impulsó el ex presidente Felipe Calderón y contaría con 5 mil 500 viviendas, 118 hectáreas de campos de golf y casi 44 mil habitaciones de hotel en 2 mil 381 hectáreas, en las que se invertirían 7 mil millones de pesos.

Para 2025 se generarían 150 mil empleos al año y 3 mil millones de dólares de derrama económica.

Sin embargo, el proyecto tropezó con burocracia y protestas de grupos ambientalistas que reclamaron por el impacto que tendría en la zona un proyecto de ese tamaño.

En la conferencia matutina en Palacio Nacional, la directora de la Lotería Nacional, Margarita González Saravia, informó que para el sorteo del 15 de septiembre se vendieron 773 mil 348 cachitos, de los 2 millones que se imprimieron, y dejaron ganancias por 153.4 millones de pesos, que fueron destinadas a los premios de los deportistas.

Los bienes que entraron al sorteo fueron un rancho-terreno en Xochitepec, Morelos, presuntamente propiedad del narcotraficante Edgar Valdez Villarreal, ‘La Barbie’; el derecho de uso del palco en el Estadio Azteca, dos departamentos en la alcaldía Tlalpan, un departamento en Acapulco, un terreno en Ensenada, Baja California, y un casa en Silao, Guanajuato.

La funcionaria informó que faltan por entregar los departamentos de Jardines de la Montaña, en Tlalpan, y de la colonia Narvarte, en Benito Juárez, en la Ciudad de México, así como de una casa en Culiacán, Sinaloa, y una casa en León de los Aldama, en Guanajuato.

Desde el año pasado, el presidente Andrés Manuel López Obradorhabló de la posibilidad de rifar esos terrenos. En un recorrido por la zona en septiembre de 2020, MILENIO pudo constatar las condiciones del lugar que según Calderón sería el nuevo Cancún.

La idea de rifar los lotes de vivienda cayó bien en algunos escuinapenses que consideran un acierto la propuesta del presidenteLópez Obrador.

«Si por un cachito barato, te dan un ‘solar’, por así decir, ahí te alivianas un poco», opina don Mario Quevedo, un poblador de Escuinapa quien recuerda que el terreno que hoy ocupa el CIP inconcluso «era una cosa maravillosa, pura selva tropical… pero llegaron las máquinas».

Dice que si van a vender nuevamente ese terreno, que fue rancho del ex gobernador Toledo Corro, ojalá que ahora sí se beneficie la región.

«Porque si ese billete se lo llevan a la bolsa, va a desaparecer…», reprocha.

Opinión contraria tiene don José Barrón, el dueño del Mr. Wayne, en Teacapan: «no se puede detener, es mucha la inversión que hay ahí». Sin embargo, tiene pocas esperanzas de que el gobierno voltee a verlos.

«Sí, vendría más gente a conocer el pueblito éste, que es campo pesquero, las playas aquí están en el abandono«, dice.

«Mire, desde que pasó el huracán Willa, ahí está el malecón porque el agua entró, tumbó todo esto; ahí está, no lo han arreglado, nos tienen en el abandono, estamos esperando que venga otro huracán para que nos acabe de a tiro», dice y se carcajea, con la resignación de quien se quedó esperando la bonanza prometida.

En ese lugar, la pobreza se veía en sus calles sin pavimentar, llenas de charcos y lodo.

Los pobladores de Teacapan y su cabecera municipal, Escuinapa, junto con otras comunidades más pequeñas de esa zona de playas vírgenes llenas de palmeras y cangrejos, se quedaron esperando el desarrollo y la bonanza.

En 2009, el entonces presidente Felipe Calderón hizo en Escuinapa una promesa de prosperidad. Pero ésta nunca llegó.

«Queremos que aquí vengan inversionistas que están buscando oportunidades para sus clientes, de desarrollo, de hoteles, de condominios, de Marina, que permitan precisamente a ellos, poder hacer un negocio turístico en orden y a nosotros, generar empleo y actividad económica para nuestra gente», dijo Calderón el 17 de febrero de 2009 cuando puso la primera piedra del Centro Integralmente Planeado (CIP) «Playa Espíritu».

Calderón presumió que el mega proyecto turístico sería dos veces más grande que Cancún y en el que se invertirían más de 7 mil millones de pesos de recursos federales para fomentar la inversión privada.

En un terreno cuatro veces más grande que la Ciudad Universitaria de la UNAM en la Ciudad de México, el proyecto de Playa Espíritu, ubicado a hora y media en carretera desde el aeropuerto de Mazatlán, tendría 12 kilómetros de playa, casi 44 mil habitaciones de hotel, 5 mil 500 viviendas y 118 hectáreas de campos de golf, así como centros comerciales y hasta canales para la navegación marítima interna.

«Me acuerdo cuando vino el señor Calderón, que vino a poner la primera piedra, y aquí sí se vio movimiento; conocí a varios empresarios, yo los atendí, y después siguieron viniendo porque sí les interesó, las personas que venían, veían que era playa virgen, que era un pulmón aquí, Teacapan, para el mundo«, recuerda Adriana, la mesera del Mr. Wayne.

Las 2 mil 381 hectáreas de ese terreno fueron adquiridas en ese sexenio por el Fideicomiso de Fomento al Turismo (Fonatur) al ex gobernador sinaloense Antonio Toledo Corro, al que le pagaron cien millones de dólares.

Hoy, esa compra «buena para los privados y mala para la Hacienda pública», como la calificó el presidente Andrés Manuel López Obrador, está condenada al olvido por ese motivo.

Con información de milenio