Grandes ciudades de España, Bélgica e Italia, como Madrid, Amberes y Turín, encabezan la clasificación de muertes asociadas a la contaminación por dióxido de nitrógeno, mientras que la mayor mortalidad atribuible a partículas finas se halla en ciudades de Italia, Polonia y la República Checa.
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— The Lancet Planetary Health (@TheLancetPlanet) January 7, 2021
Así lo revela un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en colaboración con investigadores del Swiss Tropical and Public Health Institute (Swiss TPH) y de la Universidad de Utrecht, que ha estimado por primera vez la carga de mortalidad atribuible a la contaminación del aire en más de mil ciudades europeas.
La investigación, que publica este martes la revista The Lancet Planetary Health, incluye un ranking de las ciudades europeas con mayor mortalidad atribuible a cada uno de los dos contaminantes del aire estudiados: partículas finas (PM2.5) y dióxido de nitrógeno (NO2).
Los resultados globales indican que si todas las ciudades analizadas fuesen capaces de cumplir con los niveles de PM2.5 y NO2 recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se podrían evitar 51 mil y 900 muertes prematuras cada año, respectivamente.
El estudio asegura que si todas las ciudades fueran capaces de igualar los registros de calidad del aire de la ciudad menos contaminada, la mortalidad evitable sería notablemente mayor: 125 mil muertes prematuras evitables cada año gracias a la reducción de las concentraciones de PM2.5 y 79 mil por la reducción en NO2.
Hemos observado una gran variabilidad de resultados entre las distintas ciudades analizadas. Los peores datos de mortalidad asociada a NO2, un gas tóxico asociado al tráfico rodado, se encuentran en ciudades grandes de España, Bélgica, Italia o Francia”, ha explicado Sasha Khomenko, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.
“En cuanto a partículas finas, las ciudades con mayor carga de mortalidad se encuentran en la región italiana de la Llanura Padana, en el sur de Polonia y en el este de la República Checa“, ha detallado la investigadora.
Según Khomenko, esto se explica porque estas partículas finas son materia en suspensión producto de la combustión, no solo de los vehículos motorizados, sino también de otras fuentes, como la industria, la calefacción doméstica o la quema de carbón y de madera
El porcentaje de la mortalidad natural atribuido a partículas finas llega hasta un máximo del 15 por ciento en la ciudad de Brescia, Italia, y en cuanto al dióxido de nitrógeno, el porcentaje máximo se encuentra en el área metropolitana de Madrid, con hasta un 7 por ciento de la mortalidad natural”, ha afirmado Khomenko.
En el lado opuesto del ranking figuran las ciudades con menor carga de mortalidad atribuible a la contaminación atmosférica, que son urbes del norte de Europa, tanto en la clasificación de partículas finas como en la de NO2, como Reykjavik, Islandia, y Tromso, Noruega.
Este es el primer estudio que estima la carga de mortalidad debida a la contaminación del aire al nivel de ciudades en Europa y sus resultados evidencian que no existe un umbral seguro por debajo del cual la contaminación del aire es inocua para la salud”, ha señalado Mark Nieuwenhuijsen, director de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal, centro impulsado por la Fundación la Caixa.
Según Nieuwenhuijsen, el trabajo también sugiere que la legislación europea actual no protege suficiente la salud de las personas, por lo que los límites máximos permitidos de dióxido de nitrógeno y partículas finas deberían ser revisados.
Este estudio forma parte del proyecto Ranking ISGlobal de ciudades y es el primero de una serie de análisis destinados a estudiar el impacto en la salud de diversos factores ambientales propios de la vida urbana, como la contaminación del aire, el ruido, la falta de acceso a espacios verdes, el efecto isla de calor, etc.
Para consultar tanto los rankings como los datos de cada una de las ciudades, el ISGlobal ha creado la web www.isglobalranking.org, disponible en inglés, español y catalán.