No deja de sorprender lo que ya no debería sorprendernos en este nuestro sufrido México y en nuestro lastimado Veracruz. No deja de sorprender la desvergüenza y el descaro de quienes, habiendo dañado al estado hasta el cansancio (no lo jodieron más porque el día sólo tiene 24 horas) ahora se vuelven a presentar como candidatos a algún puesto de elección popular. Y lo hacen como si el pueblo no tuviera memoria.
¿Alguien recuerda a Alberto Silva Ramos? Sí, el discípulo de Fidel Herrera y protegido de Javier Duarte; el expresidente municipal de Tuxpan, municipio al que no sirvió, sino del que se sirvió con la cuchara más grande que encontró, al que saqueó hasta el cansancio y al que “gobernó” desde la ciudad de México, al que abandonó por irse a Xalapa para ser secretario de Desarrollo Social y luego coordinador general de Comunicación Social del gobierno duartista, luego diputado federal, otra vez de titular de Comunicación Social y otra vez como diputado federal. Todo esto en cuestión de meses.
Con una cola interminable de señalamientos de enriquecimiento ilícito, siempre escudándose en el fuero que lamentablemente otorga la curul, saltando de un cargo a otro, agazapado, perverso y mañoso, Alberto Silva, entonces diputado federal, estuvo a punto de ser desaforado por la extraña desaparición de mil 500 millones de pesos. Una friolera. Habiendo puesto gran parte de su fortuna a nombre de su asistente, con la que se casó, huyó de la justicia en el bienio duartista. Los tiempos le favorecieron y desapareció. Un claro ejemplo de que hay algo peor que la corrupción, la impunidad.
Es increíble la desfachatez con que ahora este impresentable vuelve a la escena política. Así, como si nada. Acomodándose a los tiempos, aprovechando las aguas revueltas y turbias de la política veracruzana y el ínfimo nivel de las campañas. Quiso ser candidato de la alianza Juntos haremos historia (Morena-Partido del Trabajo (PT) y Partido Verde Ecologista de México (PVEM), donde nadie lo quiso y ahora se postula por el PVEM, sí, adivinó usted, para volver a ser presidente municipal de Tuxpan. Sorprendente.
¿A cuántos incautos cree que va a engañar? A estas alturas ¿habrá quién le dé un voto, un solo voto a alguien así? Hay especímenes que se superan a sí mismos, cuando uno cree que no serán capaces de más, nos sorprenden con nuevas artimañas, nuevas ruindades, nuevos niveles de perversidad, indolencia y corrupción. Los conocemos. Conocemos su voracidad, su prepotencia, su arrogancia, su perversidad. No dejan de desafiar nuestra capacidad de sorpresa. Veremos dónde los pone el elector.
